Desde que empecé con este blog hace 4 años y medio, acostumbro hacer una breve reflexión personal y general sobre cómo estuvo el año que termina. Sin embargo, sobre el 2020, ¿Qué puedo decir que no se haya dicho ya? Por lo menos a nivel general.
Sería ingenuo pensar que el coronavirus no es el tema que marcó al año, después de todas las cosas que ocurrieron desde las primeras horas hasta las últimas, en un año lleno de protestas sociales, cambios políticos y una situación económica compleja, que aunada a la pandemia (que es el evento histórico más importante de nuestra generación) y a todos los cambios que ha generado y que nacerán a raíz de todo esto, sería desgastante y repetitivo hacer un repaso de cómo nos cambió la vida y el mundo en general, porque tú que me lees también lo viviste, no te estaría contando nada nuevo.
Por ende, quiero compartirte cómo me «trató» el que es quizá el año más complejo de mi vida. El 2019 había sido un año del que tenía sentimientos encontrados, por los claroscuros que tuve en esa época, pero tenía las más altas expectativas sobre el año que venía.
¿Y cómo no tenerlas? Todos hablaban tan emocionados del «veinte veinte», el número mágico, el debate sobre si era el principio de la década de los 20’s o todavía era la década de los 10’s. En fin, era un año que tenía en mente desde el 2016, cuando empecé la carrera (y este blog), porque si todo salía bien concluiría mis estudios en el 2020.
Podría decirse que mi vida transcurrió con «normalidad» durante los primeros dos meses y medio del año; salía con mis amigos, iba a la universidad, trabajaba en muchos proyectos para este año, salía a fiestas, sin imaginarme que todo cambiaría a mediados de marzo.
Desde ese momento, como la gran mayoría de personas, nos empezábamos a hacer a la idea de estar un mes completo encerrados en casa (para quienes teníamos el privilegio de hacerlo). Mi universidad siempre tuvo modalidad y una plataforma totalmente en línea, por lo que conté con otro privilegio más, que fue el de no sufrir por un cambio radical de forma de estudiar. Mientras que muchos otros estudiantes en México y en el mundo tuvieron que adaptarse a Zoom, Teams, Classroom (incluso muchos usando todas al mismo tiempo) yo sólo tuve que conectarme a la plataforma que usé en toda mi carrera.
Sin embargo, iban pasando los meses y la situación no mostraba ninguna mejoría. Me empecé a idealizar que no tendría una graduación «normal» y ahora comparto el lugar junto con muchos jóvenes de la generación 2020 como los primeros en tener una graduación virtual en simultáneo en todo el mundo. Ahora soy parte de una generación histórica.
Pero por lo que creo que recordaré más al 2020, más allá de todo lo que está pasando, es que en un solo mes, junio, viví el momento más triste y el más feliz de mi juventud.
A principios de junio murió una de las mujeres que más me amó en mi vida, mi abuela. Fue una mujer demasiado inteligente y todo lo hacía de corazón; pero la soledad era algo que siempre le pesó, y por la pandemia me fue imposible visitarla desde el mes de marzo, limitándome a llamadas diciéndole que pronto volveríamos a vernos porque había un virus afuera que no nos dejaba acercarnos, o simplemente a saludos «de muy muy lejitos». Murió dos días antes de su cumpleaños número 81. Ese día me sentí vacío, incompleto, como si me hubieran arrancado a destajo un pedazo del corazón. Pero también desde ese día supe que mi morenita linda ya no estaba sufriendo más, ya era completamente libre, lejos de lo que alguna vez la preocupo y totalmente ajena ya de este mundo que se volvió aún más complejo.

A finales de junio, tuve mi graduación en línea. Sí, suena a algo bastante deprimente, sin familiares ni amigos presentes, sin una fiesta o un viaje, y durante los días previos al evento virtual que organizó mi universidad yo lo pensé así. Pero ese día recibí muchas, muchísimas cartas, todas de mis seres queridos, felicitaciones por todas mis redes sociales, el celular sonando todo el día por llamadas y mensajes de WhatsApp, estuve con mis papás y comimos juntos en casa. Me sentí tan feliz, pleno y querido que realmente tuve lo que necesitaba. Fue un día espectacular.

Sin duda junio del 2020 es el mes más significativo del año más complejo de mi juventud.
Pero más allá de que este año fue como una película de ciencia ficción, donde literalmente pasó de todo, no dejó de traer cosas buenas a mi vida, aún dentro de todo este escenario distópico:
- Conocí gente nueva, algunos antes de la cuarentena y la gran mayoría en línea.
- Hablé con gente que conocía antes de la pandemia pero que por alguna razón no había entablado conversación anteriormente.
- Volví a hablar con personas muy importantes en mi vida con las que había perdido contacto por un motivo u otro.
- Me animé a ver después de mucho tiempo Breaking Bad y es de las mejores series que he visto en la vida. ¡Vi las 5 temporadas en semana y media!
- Comencé a estudiar un idioma nuevo; el Esperanto.
- Me animé a hacer un podcast (regresará en 2021).
- Vi muchísimos paisajes maravillosos, la gran mayoría desde casa.
- Tuve videollamadas (muchas), casi todas con la gente que más quiero y que agradezco poder ver aunque sea a la distancia.
- Una persona especial me regaló por mi cumpleaños una plantita, la cual desde hace casi 4 meses he visto crecer.
- Valoré, reflexioné y me reinventé más de una vez.
- Tuve momentos en donde perdí el ritmo y las ganas de seguir, pero siempre logré volver y ver el lado amable y sencillo de las cosas.
Este año fue de muchísimo aprendizaje, y me sirvió para enfocarme en todos mis proyectos existentes y trabajar en nuevos, algunos demasiado grandes, todo por construir para el futuro, por más incierto que éste sea. En lo que respecta a este blog, seguiré cumpliendo mi promesa de publicar por lo menos un artículo nuevo cada mes. Sin embargo, haré algunos cambios que se verán reflejados en los próximos meses, todo con tal de reinventar a este blog para bien.
Deseo que el año que viene sea mucho mejor que el año que se va; que empecemos a sanar, a ser más empáticos, a valorar todo lo que tenemos y a ser conscientes sobre todo lo que nuestras acciones generan. Deseo también que sea un año lleno de éxitos, un año donde progresemos como sociedad y como humanidad a raíz de todo lo vivido.
A ti que me lees, te deseo lo mejor para este 2021, sobre todo mucha salud y bienestar. ¡Vamos a salir adelante!
José Andrés escribió por última vez en La Litera en 2020. ¡Nos leemos en el 2021!