Bien dicen que como México no hay dos. Y es que sólo los mexicanos somos testigos del surrealismo que nos rodea día a día, desde lo cotidiano hasta lo extraordinario. Desde un cajero de CFE sin luz hasta un letrero de «tacos de cabeza» literalmente de cabeza… Nosotros le decimos a ese surrealismo simplemente «México Mágico».
Esta semana ocurrieron dos desgracias no tan cómicas, para representar de manera «poética» la tragedia que está por ocurrir.
La primera desgracia es el huracán Delta que golpeó a Cancun, uno de nuestros destinos turísticos más importantes; y a pesar de que hasta el momento no ha habido víctimas mortales gracias a la oportuna evacuación de la población, hay daños materiales que le cuestan a la industria turística nacional, en un año ya de por sí complejo por la pandemia de coronavirus.
La segunda desgracia es la muerte de Mario Molina, Premio Nobel de Química de 1995. Su muerte agarró de sorpresa y entristeció a la comunidad científica, sobre todo por ser uno de los mexicanos más destacados de nuestros tiempos.
A la par que se suscitaban ambas desgracias, en la Cámara de Diputados se dió el primer paso a la tragedia. La desaparición de 109 fideicomisos, cuyos recursos se estiman en 3 mil millones de dólares (USD) y que se destinaban al desarrollo de la ciencia, tecnología, estímulos a la industria cinematográfica, educación, protección de periodistas y defensores de derechos humanos, cambio climático, entre otros proyectos importantes para el país.
México es tan surreal, que mientras moría uno de nuestros mejores científicos, llegaba un huracán y se veía en el cielo un meteorito, los diputados de Morena aplaudían jubilosos la desaparición de los fideicomisos que apoyaban entre otras cosas, a la ciencia y a la recuperación en caso de desastres naturales.
Esa es una representación trágica pero poética de lo que está por ocurrir.
Bajo la vieja confiable de «combatir la corrupción» y «entregar los recursos directamente» se amenaza con hacer aún más ineficiente y raquítico el apoyo al desarrollo científico, tecnológico y cultural del país; así como ha pasado ya con todo lo que la mano de la 4ta transformación ha tocado bajo las mismas premisas.
Un México mágico que va retrocediendo décadas en tiempo récord. Lo que pasó esta semana es una representación siniestra de lo que le espera a México, un país destinado al abandono de su desarrollo científico y a la deriva ante cualquier desastre natural. En los senadores queda que esto se detenga, aunque si los hilos maestros son los mismos que en la cámara de diputados, terminará cumpliéndose la santa voluntad presidencial.
¿Por qué no estamos reaccionando como debemos? Porque a la gran mayoría de las personas se les da un estímulo cerebral que cada vez se desgasta más por ser universal y aplicar para todo, pero que sigue funcionando «La corrupción, los privilegios y la transformación».
La fórmula de acusar a quienes defienden lo que se está quitando porque «son miembros de una élite» y «se les quitaron sus privilegios» cada vez resulta menos efectiva, porque se pretende tergiversar la realidad, poner en el mismo costal de los políticos de alto nivel junto con doctores, maestros, científicos… gente cuyo mayor crimen es ejercer una profesión noble y hacerlo en México.
Por desgracia la realidad no vende, es más dulce para el oído del elector esperanzado decir que se están quitando privilegios a una élite cuando en realidad se le quitan oportunidades de desarrollo a comunidades y gremios de un país, cuya mayor credencial de «élite» son sus conocimientos y aportaciones.
¿Realmente se busca terminar con la corrupción? Está en duda, ya que hoy al gobierno le faltan más recursos que en los tiempos del malévolo neoliberalismo. Si ya no hay corrupción, ¿Por qué cada día alcanza menos? Y lo más importante ¿Para qué quiere el gobierno más recursos? ¿Por qué está buscando hasta por debajo de las piedras para seguir en pie?
Seguramente la respuesta más obvia es porque los proyectos estrella del presidente son la prioridad, ya vienen las elecciones intermedias y es urgente que uno de los 3 proyectos estrella del gobierno logren destacar; pero con un aeropuerto junto a un cerro, una refinería inundada y un tren que no será rentable y atacará a la vida silvestre del sur del país, ¿Por qué seguir invirtiendo en esos proyectos?
La respuesta es muy sencilla, los proyectos estrella del gobierno federal pudieron ser una nave espacial o un gran rascacielos, realmente no importa porque el verdadero proyecto es el presidente. Sus tres mega proyectos no van a prosperar, pero no le importa porque lo que hay que rescatar es su proyecto político, por encima de todos los demás. Sin importar que tenga que matar al sistema de salud, a la ciencia, a la de por sí ya desgastada industria del cine, al medio ambiente… Eso no importa más que él y su legado como político y eso es de preocuparse, todo el dinero se va en solidificar un imperio construido en la arena.
México es tan mágico que con todo y su existir surrealista, ha logrado sobrevivir conquistas, guerras, imperios y terribles crisis. Estoy seguro que al final México será rescatado por los mexicanos, no por el gobierno, siempre ha sido así; la pregunta es desde dónde nos tocará rescatar al país, qué tan abajo estará por mantener el peso de un gobernante que se está tratando de salvar a él mismo.
La advertencia profética que tuvimos esta semana es del México que nos espera si no hacemos algo ya. Un México sin más Marios Molina y valiéndose solamente de la organización de su gente para sobrevivir a un desastre.
Fuentes bibliográficas:
Alis, K. (2020). Critican extinción de 109 fideicomisos aprobada por la Cámara de Diputados de México. 09 de octubre del 2020, de CNN En Español Sitio web: https://cnnespanol.cnn.com/video/criticas-extincion-fideicomisos-morena-corrupcion-perspectivas-mexico-pkg-krupskaia-alis/