¿Qué pensaría Luis Donaldo Colosio del México de 2024?

Una reflexión a 30 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta.

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Las 2 tragedias

Podrá pensarse que de Luis Donaldo Colosio ya se ha dicho todo, que ya se ha dicho suficiente, pero no es así; lamentablemente no se ha dicho todo y cada vez se dice menos.

Parafraseando a Diego Fernández de Cevallos, candidato presidencial del PAN en 1994, Luis Donaldo fue víctima de 2 tragedias; su asesinato en Lomas Taurinas y trascender en la opinión pública por ese asesinato más que por lo que hizo en vida.

Sus reformas internas en el Partido Revolucionario Institucional, en una época de dinosaurios forjados en la lealtad, disciplina y mano dura, su papel como primer Secretario de Desarrollo Social y sus esfuerzos para consolidar a «Solidaridad» lo llevaron a ser el candidato largamente esperado por el partido, quien reflejaba una imagen cálida y fácilmente empática.

La peor teoría es la más famosa

En el imaginario colectivo, el autor intelectual más famoso del asesinato es el expresidente Carlos Salinas de Gortari, una teoría que se fundó a raíz de su famoso discurso del Monumento a la Revolución. Esta es la teoría más floja de todas.

El más afectado políticamente fue el propio Salinas de Gortari. No solo perdió a quien le garantizaba continuar con su legado, al morir Colosio, Salinas se quedó sin opciones para elegir a un candidato sustituto.

Además, su asesinato le dio la impresión al mundo que México no era ese país de primer mundo que prometía ser con la reciente entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Zedillo, sin la lealtad que Colosio le tenía a Salinas, aprendió su hermano Raúl, obligando a Carlos a someterse a una fugaz huelga de hambre y después al auto exilio a Europa. Para terminar, Salinas perdió el apoyo de Washington para presedir la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 1995. ¿Salinas habría apostado su legado y futuro solo por el arrebato de un discurso?

Lo más triste, es que Salinas resulta el Chivo Expiatorio para quienes tenían razones más poderosas o creíbles para quitar a Luis Donaldo de la candidatura presidencial por el peligro que representaba, pues representaba la continuidad del fortalecimiento de Solidaridad encima del PRI.

Es fácil indagar en este punto que dentro del PRI sabían que por encima del presidente y quien prometiera darle continuidad, estaba el partido mismo. Nombres siempre sonaron aparte de Carlos Salinas; el segundo más frecuente, Manuel Camacho Solís.

¿Qué pensaría Luis Donaldo del México de 2024?

Es un ejercicio de imaginación que cada uno de nosotros puede realizar, con la advertencia de que puede ser algo tan fascinante y triste a la vez.

Empezando porque, de haber gobernado México, las cosas serían muy distintas a las que conocemos hoy, quizás Fox, Calderón, Peña Nieto y López Obrador no habrían llegado a ser presidentes, o al menos no en los años en los que lo hicieron en nuestra línea del tiempo. Conceptos y eventos como «El gobierno del cambio», «La guerra contra el narcotráfico», «El Pacto por México» o «El gobierno del bienestar» no existirían.

Pero, supongamos que Luis Donaldo nos visita este año para dar un vistazo de cómo va México. Seguramente nos dirá que el México con hambre y sed de justicia no solo sigue ahí, sino que ahora padece de hambruna y deshidratación severas.

Verá con tristeza que el país alentó distribuir el poder no con las y los ciudadanos de bien, sino con el crimen organizado. No sabría qué decir al ver que regresamos lentamente a ese modelo de partido único que él empezó por desmantelar, verá que sólo cambió de nombre y de colores, pero que muchos de los que él mismo conoció en el gobierno de Salinas, siguen gobernando en el sexenio de López Obrador.

Estaría asombrado (o no tanto) que 30 años después volvió a ocurrir que, dos de los «tapados» (ahora llamados corcholatas) se pelearon por ser designados por el presidente como el candidato oficial. Más asombrado aún estaría que una de esas corcholatas era Marcerlo Ebrard, aprendiz de Manuel Camacho Solis, con quien peleó la candidatura incluso ya designada.

Luis Donaldo no daría crédito al ver que las y los mexicanos estamos más divididos que nunca, y no solo eso, vería con horror que ya hasta nos matamos entre nosotros mismos, y que el gobierno no está haciendo nada para evitarlo.

A Luis Donaldo le daría rabia al ver que al Presidente de México le causan risa las masacres.

Colosio no creería que el sistema de salud de 2024 esté más raquítico que el de 1994. No podría creer que frente a una pandemia global, México prefirió dejar a su suerte a miles de enfermos y pequeños empresarios. Colosio se deprimiría, particularmente, al saber que el Gobierno de México le quitó las medicinas a las y los niños mexicanos con cáncer.

Luis Donaldo daría manotazos en la mesa al ver que quienes defienden al régimen lo justifican al decir que esos niños enfermos y sus padres son golpistas que quieren desestabilizar al gobierno.

A pesar de todo ello, de lo poco de lo mucho que Luis Donaldo tendría que ver y que no podría digerir, estoy seguro de que Colosio vería una esperanza en las y los mexicanos que han salido a tomar las calles una y otra vez para que sus voces se escuchen.

Luis Donaldo vería la valentía del pueblo y la cobardía de su gobierno al rodearse de muros metálicos y guardarse para sí la bandera, mientras la gente lleva la propia y la pone en alto.

Quizás Luis Donaldo se sentiría muy decepcionado de muchas de las cosas que vería del México de 2024, pero a pesar de ello, estoy seguro de que Colosio nos llamaría a nunca dejar de luchar, de seguir su ejemplo, de ser firmes para hacer lo correcto.

Luis Donaldo nos diría que hoy más que nunca México debe vivir. No dejemos de escucharlo, no lo olvidemos.

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