Los millennials… Esa generación que ha puesto de moda lo antiguo. No es casualidad que los discos de artistas como Ximena Sariñana, Mon Laferte y Natalia Lafourcade se estén vendiendo en disco de vinilo, en una época donde domina la música en streaming y ya ni siquiera pintan los CD’s.
Y es que, más allá de ese segundo aire para la industria de discos, la tendencia a volver a lo antiguo está más fuerte que nunca. Hay una creencia generalizada, la cuál dictamina que lo de antes era mejor, antes las cosas no estaban tan mal como ahora. Cuántas veces no hemos oído a nuestros padres o abuelos decir que «antes los niños salían a jugar a la calle porque no existían los videojuegos y los niños se divertían jugando y corriendo». De la raíz del problema empieza la búsqueda de culpables fáciles, porque son también nuestros padres y abuelos los que encuentran a «los nintendos» y a «las tabletas» como las máquinas malditas que están absorbiendo la infancia de la niñez actual.
La generación de hoy tampoco está exenta a esa corriente ideológica, la experiencia de tocar música en vinilo es una fusión de esa época que no nos tocó vivir y la época no tan lejana en donde la música se oía en Walkman o en iPod, por lo que es algo novedoso para esta generación, y sobre todo «para sentirse diferentes al resto»; y es precisamente ese segmento al que va dirigida la música de las artistas mencionadas como ejemplo al principio de este artículo, jóvenes que las escuchan (y presumen hacerlo) porque quieren sentirse alternativos.
¿A qué va todo esto? Simple. Podemos observar que para las generaciones más grandes, lo de antes era mejor que lo de ahora, y para las generaciones actuales, lo de antes es nuevo para ellos, por lo que deben experimentarlo en carne propia para sentirse diferentes a los miembros de su misma generación.
Esto explica el por qué esta tendencia ha impactado a la política actual.
¿Recuerdas la frase «Make America Great Again«? Seguramente la relacionas con la campaña del actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump; esta frase es su estandarte, pero no es nueva. Hubo otro presidente norteamericano que utilizó casi el mismo slogan para su campaña, ese otro presidente también surgió del mundo del espectáculo y los negocios, como Trump; ese presidente era Ronald Reagan.
No fue un plagio por parte del actual presidente Trump. De hecho quien estuvo detrás de gran parte de su campaña estuvo también detrás de las campañas de Reagan y Nixon, incluso influyó en la elección del 2000 para garantizar la victoria de George W. Bush; todos ellos presidentes republicanos, y el cerebro detrás es Roger Stone.
La campaña de Trump agradó sobre todo a la población conservadora norteamericana, dividida entre los viejos y los jóvenes. Los viejos pudieron percibir a Trump como el hombre que representaba a la época dorada de Estados Unidos, los 80’s; aún en la guerra fría, el país dominaba toda la cultura pop con la música y las películas y tenían a un presidente que años antes veían en infomerciales y filmes de vaqueros.
Los jóvenes experimentaron lo mimo que los viejos en su época con Reagan, ya que este último fue un candidato que rompió el molde y que pudo impedir la reelección del apagado demócrata Jimmy Carter. Para los jóvenes en 2016 Trump fue algo nuevo, diferente a la política liberal que habían vivido con Barack Obama y que presentaba continuidad con Hillary Clinton.
En México pasó exactamente lo mismo.
López Obrador acusa al periodo neoliberal de la actual situación del país, por lo que todo lo que pasó desde hace 36 años hasta el primero de diciembre pasado fue el periodo malévolo al que acusa a diestra y siniestra. Hace 36 años el presidente Miguel de la Madrid tenía exactamente el mismo periodo de tiempo que Obrador en el poder, a él le sucedieron Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña, mientras que sus antecesores más inmediatos fueron López Portillo, Luis Echeverría y Gustavo Díaz Ordaz, por lo que Obrador ve el problema en De la Madrid y sus sucesores, no en sus antecesores.
Recapitulemos… Gustavo Díaz Ordaz fue el último presidente con el que duró la época del «milagro mexicano», donde las finanzas mexicanas se vieron fortalecidas durante y después de la segunda guerra mundial. Díaz Ordaz fue salvaje en el trato a sus gobernados, pero en materia de economía fue muy positivo, en su época se dio el crecimiento de las clases medias, que podían acceder fácilmente a inmuebles y a productos de consumo duradero. Su mayor acierto fue su respeto a la autonomía de su secretario de Hacienda, el legendario Antonio Ortiz Mena.
Después de Díaz Ordaz, vino Luis Echeverría, quien al entrar a la presidencia encontró un panorama económico complejo; no precisamente una crisis económica, el modelo del «desarrollo estabilizador» que logró instaurar al milagro mexicano, no contemplaba el crecimiento exponencial de la población, por lo que era necesario innovar el modelo económico mexicano. Echeverría optó por el «desarrollo compartido», que en términos generales era un modelo socialista, en donde priorizó la distribución de la riqueza sobre la generación de la misma. En su afán por querer ser un «Lázaro Cárdenas moderno», se acercó al campo, no tanto para ayudar al desarrollo, sino para venderse a sí mismo como el siguiente «Tata Cárdenas».
La obsesión de invertir en proyectos faraónicos que terminaron inconclusos por una mala planificación o falta de recursos fue el sello de su sexenio. Como su modelo se centró más en distribuir la riqueza en lugar de generarla, imprimió más dinero y pidió prestado para lograr llevar a cabo sus proyectos, esto provocó un incremento de la deuda externa que pasó de 4 mil millones a 20 mil millones para el final de su sexenio.
Su sucesor, José López Portillo, quería implementar un plan económico de 3 etapas; 2 años de recuperación, 2 de consolidación y 2 de crecimiento acelerado. Un plan bastante sensato por la crisis económica generada por Echeverría.
Pero el plan terminó desechándose gracias al descubrimiento del yacimiento petrolero de Cantarell, uno de los más grandes e importantes del planeta, el cuál le tocó empezar a administrar a López Portillo. Con tanto petróleo, una gran cantidad de bancos de todas partes del mundo se acercaron al gobierno de México para ofrecerles atractivas líneas de crédito.
La Guerra de Yom Kippur en octubre de 1973 provocó una crisis energética a nivel global, los países miembros de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) decidieron incrementar el precio de los barriles de crudo. Por lo que el descubrimiento de los yacimientos de petróleo en territorio nacional, estimados en 200 mil millones de barriles, convirtieron a México en un abrir y cerrar de ojos en un nuevo país rico.
La abundancia llegó a México, tanto así que las decisiones que tomaba López Portillo representaban una inversión de 70 millones de dólares por hora, convirtiéndolo en el monarca con más poder en el mundo, ya que ningún otro gobernante tenía un poder similar en términos relativos. A finales de 1978 hasta 1981 México recibió 100 mil millones de dólares producto de la venta de barriles de petróleo.
El enorme crecimiento de un año a otro fue financiado a crédito, pensando que los ingresos de los barriles de petróleo podrían pagar las deudas anteriores y las nuevas que se estaban adquiriendo. Fue así, con dinero que no se tenía y que apenas se empezaba a recibir que por unos años México pudo ser autosuficiente en todos los términos.
López Portillo empezó la construcción de enormes proyectos como siderúrgicas, gasoductos, presas y complejos petroquímicos. «JoLoPo«, como se le conoce a este expresidente, tenía la convicción que «presidente que devalúa, se devalúa«.
A finales de 1980, las tasas de interés a nivel internacional subieron de 6% a 20%, por lo que la deuda externa de México se elevó a 34,000 millones de dólares. Al año siguiente, el mercado petrolero a nivel mundial experimentó un aumento en la oferta y una disminución de la demanda, porque los países que más consumían petróleo, como Estados Unidos y Japón, comenzaron a tomar medidas de ahorro de energía, por lo que para junio de 1981 bajó el precio internacional del barril de petróleo.
Jorge Díaz Serrano, el director general de PEMEX durante la administración López Portillo, al ver este cambio en el mercado decidió bajar 4 dólares al precio del barril mexicano; el presidente prácticamente lo desterró por esta decisión al nombrarlo embajador de México en la URSS. El sucesor de Díaz Serrano en PEMEX, Rodolfo Moctezuma, por instrucción presidencial subió 2 dólares el precio del barril y amenazando a sus clientes que si no le compraban en ese momento, México no les vendería en un futuro. Por lógica, los clientes se fueron y el país dejó de recibir las enormes cantidades de dinero a las que ya se estaba acostumbrando a recibir.
El orgullo de López Portillo al no querer cancelar sus grandes proyectos, no tomar medidas serias para afrontar el problema y no aceptar los graves problemas de déficit que México comenzaba a experimentar por el incremento de sus deudas, fueron facotres determinantes que dieron inicio a una fuga de capitales y a la posterior privatización de la banca y la crisis de 1982 que dejó al país con un crecimiento del PIB del 0%.
¿Qué aprendimos de todo esto? Al parecer nada. No aprendimos la lección.
La tendencia a apostar por energías limpias y renovables a nivel mundial empezó por la búsqueda de ahorro de energía a inicios de los 80. López Portillo tenía una fe ciega en el petróleo, tanto que no le permitió ver que para los últimos 2 años de su sexenio ya no podía cobijarse en él.
Pero a pesar de la soberbia y terquedad de Portillo hay algo que se le puede «perdonar», y es precisamente que él fue el presidente mexicano que mayor gozó de las bondades del petróleo, fueron los grandes yacimientos los que le permitieron dar rienda suelta a sus proyectos que sólo en sueños hubiera podido cumplir, el petróleo le daría la entrada a la historia como el mejor presidente de la historia moderna de México. Además, a él le tocó ese boom petrolero a nivel mundial al inicio de su gobierno, eran otros tiempos.
Hoy es incomprensible que con la megatendencia de cuidar el medio ambiente y generar energía renovable, el gobierno mexicano hoy en día esté invirtiendo en una fuente de energía que el mundo está dejando atrás cada vez más.
Las similitudes entre los estilos personales de gobernar de Echeverría, Portillo y Obrador son muchas.
La renuncia de Cárlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda, y la designación de Arturo Herrera como su sucesor, causaron mucho revuelo en aquel momento; ante la incertidumbre sobre si algo cambiaría respecto a la forma de llevar la hacienda del país. En la conferencia mañanera del día siguiente de la sucesión, un periodista le preguntó a López Obrador qué pasaría si su nuevo secretario le dijera que no a alguno de sus proyectos, éste le respondió «lo convenzo». Cuando Hugo B. Margain como secretario de hacienda de Echeverría propuso una reforma fiscal que no le agradó al presidente, éste lo mandó como embajador a Gran Bretaña y en su lugar nombró a José López Portillo, no sin antes declarar que «a partir de ese momento, la economía se manejaba desde Los Pinos». La actualización de esta frase justo se acaba de ver, cambiando la palabra manejar por «convencer» y a Los Pinos por Palacio Nacional.
Otra similitud entre los 3, es el culto a la personalidad. Echeverría se veía a sí mismo como el mexicano modelo, como un rostro que ameritara aparecer en el pasar de la historia junto con personajes ilustres de México como Hidalgo, Morelos, Juárez y su siempre admirado Cárdenas. Por otra parte, López Portillo más allá de la imagen de un deportista muy macho y charro que siempre trataba de dar, se veía a sí mismo como la última esperanza de la revolución mexicana, ya que de él dependía satisfacer las necesidades que dieron origen al conflicto casi 70 años atrás. El culto a la personalidad de AMLO no sólo es excesiva, sino que es vista como algo normal, como si fuera un rockstar. El actual gobierno ha hecho uso de recursos del Estado, por más austeros que se vendan, para rendir culto a un sólo hombre, la gran estrella, aquél que llegó tarde para ser esperanza de la revolución mexicana pero que vio más allá y que se cree artífice de un nuevo periodo de la historia que lo inmortalizará junto con esos personajes importantes conocidos por todos.
La similitud que más une a ambos López es el amor al petróleo, tanto así que ambos acuñaron exactamente la misma frase para el lanzamiento de sus respectivos programas para la autosuficiencia alimentaria.
El Sistema Alimentario Mexicano (SAM) fue el programa de López Portillo, mientras que Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX) es el programa de López Obrador, prácticamente ambas se parecen en las siglas, cambiando Sistema por Seguridad y convirtiendo el resto en femenino. Rose J. Spaldin, en su trabajo «El Sistema Alimentario Mexicano (SAM): ascenso y decadencia» resalta que la frase «sembrando petróleo» se usó con frecuencia para describir la naturaleza del SAM en el sexenio de López Portillo; fue esa frase, «sembrando el petróleo» con la que López Obrador presentó su estrategia para rescatar el campo y lograr la autosuficiencia alimentaria. La frase fue acuñada originalmente por Arturo Uslar Pietri, novelista y político venezolano; esa romántica ideología petrolera influenció en la forma de gobernar de dicho país desde Carlos Andrés Pérez hasta Hugo Chávez.
Ambos programas (SAM y SEGALMEX) provendrían de los ingresos del mismo recurso, el petróleo. Para SAM, las dádivas del boom petrolero le dieron vida; de acuerdo con Spaldin, durante su primer año de funcionamiento, representó el 7.8% del presupuesto global del gobierno, y se tenía proyectado que aumentara al 10% durante 1981. La cantidad de dinero que se proyectaba en ingresos del gobierno federal se duplicó de 1980 a 1982 gracias al capital que se esperaba recibir por la venta de barriles de petróleo. Cuando llegó la crisis de 1982 era claro que SAM terminaría sepultado no sólo por la crisis económica, también por su estrategia de control de oferta y demanda, que si bien fue para mantener los precios bajos, las arcas del gobierno federal cubrirían ese costo. El plan de López Obrador es financiar a SEGALMEX con la producción excedente que logre PEMEX a raíz de su estrategia de inversión para la paraestatal. Nuevamente se está implementando un programa con dinero que se espera tener, pero que no se tiene.
En 1980 muy pocos hubieran previsto un cambio radical en el mercado de consumo petrolero mundial, hoy en día es lógico que la tendencia al consumo de este recurso va a la baja.
Es típico ya oír a López Obrador atacar «con todo respeto» a quienes no piensen como él, con la ya típica etiqueta de «los fifís«. Echeverría hizo exactamente lo mismo con los empresarios, al llamarlos «riquillos» en un informe presidencial. López Portillo también echaba culpas, como a los banqueros y a los «sacadólares» de la dolorosa quiebra del país, diciéndose «responsable del timón, pero no de la tormenta». Hoy tenemos un presidente que se sabe responsable del timón, pero que en la tormenta ve una mano negra manejada por los sexenios anteriores.
Reagan y Trump, Echeverría y los dos López… A los viejos les vendieron algo que ya conocían y que vieron dar excelentes resultados a corto plazo, un presidente megalómano que haga las cosas como antes, porque «así era mejor». A los jóvenes, les venden lo divertido de esa época, lo que los presidentes de ahora no tenían y los de antes sí; alguien que diga chistes, que cause polémica, que parezca una superestrella, alguien que luzca radical, a quien no le importen los protocolos si a este no le parecen entretenidos, alguien que haga cosas simples que encanten a gente simple, alguien a quien puedes convertir en ícono de la cultura pop.
La humanidad tiende repetir los errores que sus antepasados, incluso los inmediatos, cometieron… no nos vayamos tan lejos, hay gente que ha repetido los mismos errores pensando que son todo menos eso, errores.
Y aún así hay gente que cree haber elegido algo distinto, sin saber que eso ya existió y costó muy caro. El no saber que ya existía antes, no significa que no haya existido nunca.
José Andrés ha escrito en La Litera.
Fuentes bibliográficas:
S/A. (2019). SEGALMEX: Productividad agroalimentaria y distribución de alimentos. 29 de julio de 2019, de Diconsa Sitio web: https://www.gob.mx/diconsa/articulos/segalmex-productividad-agroalimentaria-y-distribucion-de-alimentos-188608?idiom=es
Krauze, E. (Productor) y Roldán, D (Directora) Luis Echeverría, El Presidente Predicador, Los Sexenios. [Documental] México. Clío, 1999.
Krauze, E. (Productor) y Roldán, D (Directora) José López Portillo, El Presidente Apostador, Los Sexenios. [Documental] México. Clío, 1999.
Martínez, I. (2018). “Sembrar el petróleo”: santo y seña del fracaso. 29 de julio de 2019, de El País Sitio web: https://elpais.com/economia/2018/08/22/actualidad/1534951968_196811.html
Secretaría de Gobernación. (2019). DECRETO por el que se crea el organismo Seguridad Alimentaria Mexicana. 29 de julio de 2019, de Diario Oficial de la Federación Sitio web: https://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5548402&fecha=18/01/2019
Spalding, R. (1983). El Sistema Alimentario Mexicano (SAM): ascenso y decadencia. México: Latín American Studies Association.
José Andrés: Tú artículo interesante pero limitado en perspectiva.
Simplemente al decir que el plan económico de AMLO se basa en el petróleo no es verdad, El México de ahora es muy diferente al de los 70’s, revisa de donde vienen los ingresos del gobierno, nada que ver.
López Portillo fue uno de los presidentes más corruptos e irresponsables, a él debemos buena parte de la corrupción, violencia e impunidad, además del
despilfarro. López Obrador hace exactamente lo contrario. Creo que te hace falta aprender mucho para entender a México y saber cuál es su mejor camino.
El petróleo se quiere utilizar para ser autosuficientes en energías, lo cual refuerza la soberanía, la exportación es un plus muy bueno.
Escribir para las masas requiere de muchos conocimientos, si no se tienen se desinforma y se daña a la opinión pública.
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¡Hola, Enrique! Primero que nada te agradezco mucho el haberme leído. (:
Estoy totalmente de acuerdo en que a López Portillo se le debe en buena medida la corrupción mecánica que tenemos hoy en día, además del golpe a la economía que aún hoy tratamos de sanar. Sería irresponsable señalar a Obrador como un igual a Portillo si hablamos de corrupción, pero difiero en que él sea el polo opuesto; nombrar a gente que no está preparada para un cargo, como lo señaló Carlos Urzúa, o exonerar regalándole un puesto a un funcionario público señalado previamente por anomalías como Reyna María Basilio son maneras de tolerar y fomentar la corrupción.
Tienes razón al decir que el México de los 70’s es diferente al de ahora, me permitiría agregar que también el mundo es otro, por lo que es lógico que ese mundo está dejando al petróleo atrás. A la sociedad mexicana le han inculcado el romance a muchas cosas, como la pobreza y el amor al petróleo; tú lo has dicho, hoy son otros tiempos y es preocupante que le invirtamos tanto capital hoy a un recurso que no generará ingresos al país a largo plazo. Los excedentes de petróleo son buenos, pero la autosuficiencia con energías renovables resulta más limpia y barata que el petróleo, ¿no sería mejor apostarle más al futuro que al pasado?
El artículo hace referencia a las similitudes entre dichos y estilos de gobernar, y de hecho la mayor referencia es la de los planes de autosuficiencia alimentaria; en ningún momento dije que el plan económico de López Obrador esté íntegramente basado en el petróleo, como sí lo fue el de López Portillo, en lo que sí hago énfasis es en que está reciclando un modelo que falló antes para apoyar al campo. Te doy la razón en que si no se tiene conocimiento al hablar se puede desinformar y dañar la opinión pública, tan tienes la razón que hay líderes que no tienen muchos conocimientos y que prefieren decir apodos o chistes antes de enfrentar realidades.
¡Gracias por leerme! Eres bienvenido al lugar donde cabemos todos. (:
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