Para ningún mexicano es un secreto que vivimos una situación complicada, no es la primera vez que nuestro país enfrenta retos colosales, mismos retos que otros países han intentado superar pero terminan fracasando.
Tampoco es un secreto que en estos momentos parece que todo va en contra nuestra; en primer lugar, tenemos a un vecino que nos detesta de manera abierta, que pretende que paguemos una construcción en su propiedad y que desea ponerle fin al tratado comercial que ha hecho de Norteamérica una potencia económica desde 1994, tenemos a un Presidente que es odiado por la gran mayoría, estamos en la antesala de lo que podrían ser las elecciones más polémicas y competidas de nuestra historia, vemos a diario las noticias de los políticos corruptos, la violencia y la inseguridad cada vez azotan más al país e incluso ya en la CDMX, atravesamos en menos de un mes huracanes, inundaciones y el temblor más fuerte de los últimos años.
Suena caótico, como de una novela de horror, ¿verdad? Bajo esas circunstancias, muchas personas no sólo se sienten sin ganas de festejar el tradicional grito de independencia, tratan de invitar a muchas personas a no hacerlo, bajo el pretexto de «no hay nada que celebrar». Esto no es nuevo, cada año mucha gente se queja con esa frase, quizás por sentirse rebeldes y satisfechos de manera temporal, pero la verdad es que la celebración va mucho más allá de ver al Presidente en televisión.
Decir que no hay nada que celebrar es un acto de ingratitud, porque se nos está olvidando lo más elemental; el día del grito no celebramos al Presidente, no celebramos las muertes o las tragedias, no celebramos a la corrupción o a la impunidad… celebramos a México, al país que desde hace más de 207 años ha luchado sin rendirse y sin derrota, el lugar que ha sido testigo de tantas historias de amor, odio, guerra, tristeza, alegría, unidad. Como mexicano tienes mucho que celebrar, no sólo hoy, todos los días; que como nuestro país no hay dos, somos la envidia del mundo. Este país te ha visto crecer, conoce tu historia perfectamente, ha visto tus logros y fracasos, ha conocido a las personas más importantes de tu vida, ha presenciado la historia de tus ancestros y si así lo permites seguirá viendo crecer a tus descendientes y mantendrá en su amplio territorio tu legado.
Es innegable que las cosas están mal, que los mexicanos estamos cansados de llevar años y años luchando, pero decir que no vas a celebrar y quedarte ahí, sin hacer un cambio, no le va a beneficiar a nadie. Y tampoco se trata de celebrar a México un día y lamentarse de vivir en él el resto del año.
Sé que hay mexicanos que con sus actitudes corruptas, gandallas e hipócritas son motivo de decepción nacional, pero también hay mexicanos honrados, solidarios y con valores, y son a esas personas a las que tenemos que seguir el ejemplo.
Así que, si alguien te dice que hoy no hay nada que celebrar, recuérdale que el festejado no es el Presidente, que no festejamos las desgracias y que no festejamos los malos momentos; dile que estamos festejando al país que ha luchado y jamás se ha rendido, al país que sería ingrato abandonar después de todo lo bueno que nos ha dado.
¡Que viva México, hoy y siempre!
José Andrés ha escrito en La Litera.